El mundo escudriñado detrás de una barra.

Al otro lado

Cuando era pequeño quería ser un astronauta, bueno, he hecho a más de uno ver las estrellas pero no a través de un trasbordador espacial y he conocido seres que bien podrían venir de un planeta lejano, o al menos eso es lo que desearían ellos.

Recuerdo esto, mientras paso la fregona por el local y borro todas sus huellas, para que todo vuelva a estar igual a como empezó, mi particular big bang.


Muchas de estas personas ya estarán durmiendo plácidamente y no recordaran nada de lo que han hecho hoy, por mi parte, mi misión es la de ser la gran conciencia que atestigüe su paso por este mundo.

No pretendo ser dios, no soy mejor que ellos, juntos formamos un gran club de perdedores condenados al olvido, sin embargo, paro un momento y miro las noticias en la tele y me doy cuenta de que el mundo ahí fuera no es un lugar mucho mejor, lo que pasa aquí no es más que una reproducción a pequeña escala del mundo exterior, algo en mi interior me dice que se puede encontrar la cura dentro de la enfermedad, estas vidas anónimas son el verdadero reflejo de nuestra sociedad, y no la gente que aparecerá en los libros de historia.

Tratare de ordenar el cosmos desde detrás de la barra.

miércoles, 13 de abril de 2011

Toni

Toni es un ejecutivo de éxito que trabaja en una conocida cadena de televisión. Siempre que su “cadena” se lo permite, le gusta escaparse al bar para pasar la tarde tomando gin tonics y metiéndose unas cuantas rayas. Pese a estar justo al lado de su trabajo nunca va andando y siempre deja mal aparcado su Maserati en la misma puerta. Así, cada uno de los clientes que entren sabrán qué tipo de persona es ese desconocido trajeado que invita a copas a los mismos “famosetes” que pueden ver en la TV del bar en riguroso diferido.

Pese a que siempre intenta “merendar” en compañía, muchos días pasa casi toda la tarde solo, entonces suele centrarse en intentar quedar con alguna clienta para llevarla otra vez a uno de esos hoteles donde la habitación tiene el parking incorporado. Últimamente todas le dan largas. La idea de que una mujer prefiera a cualquier palurdo de barrio en vez de a él le enferma y le dan ganas de estrellar su gigantesca copa en la estúpida sonrisa de cualquiera de esas zorras.  A última hora de la tarde, por mucho que se la atuse, le es imposible domar su canosa melena y todo el bar es testigo de su clara crispación. Entonces suele montarse en su coche e ir hacia su vivienda unifamiliar; no le importa llevar unas copas de más, sabe que nunca le parará ninguna patrulla si va conduciendo un Maserati, y eso le hace sentir bien de nuevo.