Después de 2 meses sin escribir sobre los personajes que vienen al bar, me apetecía hablar sobre uno de los grandes clásicos: Imanol, uno de los parroquianos más habituales que acude a diario para tomarse unos carajillos. Una vez desinhibido, a Imanol se le suelta la lengua y ya no hay quién lo pare, solía explicarnos "el porqué de las cosas", según Imanol, el culpable siempre es el mismo, ya sea por acción u omisión, todas sus iras iban destinadas a la clase política que se abastece gracias a la sangre del pueblo.
Un día que Atilano estaba desconectado de la maquina (para jugar un mus), Imanol empezó a soltar de nuevo su retahíla de insultos dirigida a “esa pandilla de chupópteros que habría que erradicar del planeta”, Atilano, ni corto, ni perezoso, desafío a Imanol diciéndole que si tanto sabía como para cambiar el país... ¿¿por qué no se dedicaba él a la política??; aunque Imanol tiene una habilidad innata para salirse por la tangente, Atilano fue a más hasta acusarle de padecer el síndrome de klinefelter (hablando en plata… le dijo a Imanol que no había cojones).
El alcohol tiene un efecto distinto en cada momento y persona, y Imanol es de ese tipo de alcohólicos capaces de acometer las mayores bravuconadas con unas copas de más.
Todos sabemos que en realidad de política no tiene ni puñetera idea; aún así, Imanol, incapaz de hilar un discurso coherente, termino como candidato a la alcaldía. Y lo cierto es que sabe moverse como pez en el agua en este submundo que es el bar, donde quién más o menos todos estamos bien jodidos, vamos que ahora tiene el terreno abonado como para triunfar sin tener que cambiar un ápice sus fanfarronadas , además, resulta divertido ver como ha terminado convirtiéndose en aquello que odiaba… Atilano y yo pensamos votarle.