Dafne abrió la puerta de un bar lleno a rebosar. Era la final de la Copa del rey del año 2011, jugaba el Real Madrid contra el Barcelona y a Dafne la acompañaba una morenita que tampoco estaba nada mal. Desde el primer momento no pude evitar centrar mi mirada en ella; como si el destino estuviera de mi parte, la rubia también se fijo en mí y nos miramos a los ojos con intensidad, sin desviar ni un ápice la mirada hacía el televisor, Dafne y su amiga llegaron hasta la barra, y yo me olvidé hasta de que era el barman ; como un idiota me presenté ante ella con dos besos, ella me devolvió a la cruda realidad al pedirme dos jarras de cerveza que ellas beberían apasionadamente y a gran velocidad sin volver a reparar en mi presencia ni por un instante… Solo volverían a dirigirse a mí al terminar la cerveza para pedir otras dos…
Mientras los dos rivales llegaban a la prórroga, Dafne y su amiga no paraban de reírse y hacer bromas, cantaban “alcohol, alcohol, alcohol… A algunos les molestaba, otros las acompañaban a viva voz… Al fin y al cabo el duelo entre aquellos multimillonarios equipos empezaba ya a estar un poco trillado…
Dafne se fue un momento al baño y al volver parecía renovada, esta vez quería que las invitara a unos chupitos… No soy muy dado a invitar a nada, pero lo entendí como pago por no haberles quitado el ojo de encima en toda la noche. Más tarde, al inspeccionar el baño encontré un polvo blanco, eso explicaría que Dafne y su amiga fueran capaces de soportar tal desmesurada ingesta de alcohol; se lo pregunté al terminar el partido, cuando nos quedamos solos los tres, Dafne no solo no lo negó sino que me pregunto si estaba interesado en comprarle cocaína… Me sorprendió tanto que no pude evitar una sonora carcajada, le contesté al vacile replicándole que no creía que llevara suficiente “farina” encima como para pagar todo lo que se había bebido… Seguidamente le pedí que me pagara en efectivo aquella increíble suma de jarras, cubatas y chupitos, cosa que hizo en el acto con unos cuantos billetes arrugados mientras me indicaba chulescamente que me quedara con el cambio. La verdad es que si no hubiera estado tan buena las cosas hubieran sido muy distintas…
Se hizo tarde y eché la persiana; aun acompañaría a Dafne unas horas, nos fumamos un porro en el local cerrado, luego caminamos hacia su casa, hacía su dormitorio y finalmente hacia su pelvis, azuzada ella por la mierda que se había tomado y yo por cierto enamoramiento; nos apareamos como monos en celo y, al terminar de corrernos, bromeé al decirle que no estaba nada mal para un miércoles… Ella sonrió agotada y se quedó dormida, yo la arropé de forma paternalista (volvería a ejercer ese papel muchas más veces de las que me gustaría) y me fui a mi casa donde con la ducha llegaron los recuerdos y la inevitable paja.
Así comenzamos a vernos esporádicamente, aunque algunas veces acabara pidiéndole un taxi porque se había puesto demasiado alegre, demasiado pronto…, aunque tuviera que advertirle que no podía hacer trapicheos en mi local, aunque a veces su aspecto fuera fantasmagórico, aunque se fuera de viaje a Italia, Malta, Marruecos… A la menor ocasión y sin ni siquiera mandar un simple sms… Al volver, con la piel tostada por el sol, resplandeciente…, se me olvidaba toda la cantidad de mierda que me hacia tragar con sus locuras.
Lo cierto es que esta ciudad no estaba hecha para ella y las cosas se estaban poniendo cada vez peor: más redadas, menos beneficios y peores clientes… Al final, como tantos españoles ha tenido que emigrar, aunque en este caso haya sido a un destino turístico, donde por lo que se ve le va bastante bien.
Dafne, esta va por ti…
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